Como sabeis, dentro de las respuestas fisiológicas al ejercicio, la respiración aumenta para hacer frente al incremento de oxígeno que se precisa para aumentar la formación de energía imprescindible para realizar ejercicio físico.
En situaciones de ejercicio muy intenso, la frecuencia respiratoria alcanza las 40-50 respiraciones por minuto y el volumen movilizado en cada respiración se situa en torno a 3-4 litros. Ello supone que en intensidades máximas de ejercicio, se movilizan entre 120 y 200 litros por minuto, variando lógicamente estos valores en función del tamaño corporal y características individuales. Incluso en deportistas olímpicos de deportes de fondo y gran tamaño corporal (como los remeros) se han llegado a medir Ventilaciones Minuto Máximas (máximo volumen de aire movilizado en 1 minuto) de hasta 250 - 300 litros de aire, lo que implica que para conseguirlos, estos deportistas movilizan en cada respiración más de 5 litros de aire (ya que la frecuencia respiratoria máxima apenas varía).
En situaciones de ejercicio muy intenso, la frecuencia respiratoria alcanza las 40-50 respiraciones por minuto y el volumen movilizado en cada respiración se situa en torno a 3-4 litros. Ello supone que en intensidades máximas de ejercicio, se movilizan entre 120 y 200 litros por minuto, variando lógicamente estos valores en función del tamaño corporal y características individuales. Incluso en deportistas olímpicos de deportes de fondo y gran tamaño corporal (como los remeros) se han llegado a medir Ventilaciones Minuto Máximas (máximo volumen de aire movilizado en 1 minuto) de hasta 250 - 300 litros de aire, lo que implica que para conseguirlos, estos deportistas movilizan en cada respiración más de 5 litros de aire (ya que la frecuencia respiratoria máxima apenas varía).
En la gráfica podemos observar como a partir de una determinada frecuencia cardíaca ((160-170 ppm) la ventilación aumenta de forma exponencial; que paradójicamente, coincide con el umbral ventilatorio 2 (VT2). Esta zona se corresponde con el umbral anaeróbico; aspecto que todos los deportistas de fondo conocemos de sobra.
La tendencia del entrenamiento respiratorio, procede como otras muchas, del mundo de la rehabilitación. Pacientes con asma, EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva), disneas...
Ofreceros, entre otros muchos estudios el de uno de los pioneros; Weiner et al. (1992) Ellos registraron mejoras en las funciones pulmonares y en los síntomas del asma, así como una reducción en la utilización de medicamentos tras 6 meses de entrenamiento de los músculos inspiratorios.
Por ello, muchos laboratorios y especialistas se han puesto en marcha para diseñar o adaptar este tipo de entrenamiento para el mundo del rendimiento.
Uno de los ejemplos es Powerbreathe. Esta marca ofrece diferentes modelos y series (salud, deporte, competición) donde la única diferencia radica en las diferentes resistencias de trabajo.
Estos aparatos de entrenamiento de la musculatura inspiratoria basan su funcionamiento en que ofrecen una resistencia a la inspiración, que una vez superada no ofrecen ninguna limitación al flujo de aire. Con el fin de ir adaptándose a la mejora que el propio entrenamiento inspiratorio genera, la resistencia es variable en dichos aparatos con lo que puede ir aumentándose la resistencia de forma progresiva.
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